Gris: el arte como elaboración del dolor en la plataforma Devolver Digital

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Gris: el arte como elaboración del dolor en la plataforma Devolver Digital

Tienes que imaginar Devolver Digital como un pequeño joyero, de esos que se encuentran por casualidad en algún mercadillo, que compras con poco cambio pero que contienen en su interior, inesperadamente, piedras muy preciosas. Desde hace años, la editorial es portavoz de obras que contienen la verdadera esencia del medio de los videojuegos, rica en originalidad, diversión, profundidad artística. Desde el cofre de los próximos títulos, Devolver mostró recientemente al mundo el primer trabajo del equipo. Estudio Nomada: nos referimos a Gris, una deliciosa aventura de plataformas bidimensional con algunos, muy leves indicios de resolución de acertijos, que ya hemos tenido la oportunidad de probar durante la última Gamescom de Colonia, quedando literalmente encantados. El equipo audiovisual, un concentrado de sonidos e imágenes de increíble poder comunicativo, nos embrujó de una forma que no nos había sucedido desde hacía tiempo.
Inmediatamente notas cómo Gris está impregnado de un profundo simbolismo, que espera ser diseccionado poco a poco durante la progresión: de hecho, un mensaje anida en los pliegues de su imaginación, el deseo de transmitir una emoción, una empatía que va más allá del simple atractivo estético. Para conocer en profundidad qué historia se esconde en el mundo de Gris, tendremos que esperar hasta el 13 de diciembre, cuando llegará el título a PC y Nintendo Switch. Gracias a un código de vista previa proporcionado por Devolver, pudimos tocar el inicio de la aventura de primera mano, y podemos anticipar que, si la calidad sigue siendo la misma que la probada en las primeras horas de juego, nos encontraremos frente a una experiencia potencialmente inolvidable.

Un corazon de papel

Grey es el mundo de los que han perdido algo muy importante. En un lienzo desprovisto de colores, una joven derrama lágrimas de dolor, y luego pierde la voz, absorta en un concierto de sonidos que casi parecen imitar un llanto de lágrimas. Al caer hacia un abismo de desesperación, la protagonista ve desmoronarse su universo, como si fuera un origami mojado por la lluvia, sin ningún color. Pero la caída es solo el comienzo de un viaje encantador, en el que el paisaje, poco a poco, comienza a adquirir contornos cada vez más definidos, perfilando el tramo de paisajes oníricos y evocadores. Tan pronto como tomamos el control de la niña, el entorno que nos rodea comienza a cambiar, a volverse cada vez más complejo, menos desolado. A medida que avanzamos, realizando pequeños saltos y disfrutando del paisaje de ensueño que es el telón de fondo de la aventura, el cielo y el escenario irán adquiriendo nuevos colores, pintando un cuadro de indescriptible belleza artística. Es evidente desde el primer momento que Gris es un título que hace de la metáfora su clave de lectura: todo transcurre siguiendo una densa red de símbolos y referencias, aparentemente difíciles de descifrar. Cada capa tiene un color primario, que se mezcla con los que la precedieron, para crear, trazo a trazo, una pintura de formas más claras. Aún no sabemos lo que nos espera en las etapas avanzadas, ni cuánto de la historia de Gris se dejará a la interpretación: lo cierto es que la implicación sensorial representa la piedra angular de una deliciosa plataforma, envuelta en una ligereza y poesía de conmovedora intensidad.

Desde los primeros sollozos del trabajo de Nomada Studio, se puede percibir el eco evocador de una aventura como Journey, y el refinamiento estético de juegos de rompecabezas como Monument Valley. Por otro lado, Gris a nivel lúdico encarna una fusión entre la experiencia sinestésica, donde prima un avance guiado y lineal, y un débil componente enigmático, en el que tendremos que recurrir a las habilidades del protagonista para resolver pequeños obstáculos que se colocan en nuestro camino.

Nunca se siente, en Gris, la necesidad de detenerse y reflexionar sobre las soluciones: todo fluye sin trabas, en un juego donde obviamente no se contempla el concepto de error o fracaso. Mientras elimina cualquier resto de frustración que pueda restar valor a la fuerza del diseño artístico, el estudio de desarrollo no renuncia a poner a prueba las habilidades de los jugadores e inserta secuencias de plataformas agradables en la aventura que se ubican de manera perfecta. a medio camino entre la excesiva simplicidad y la complejidad innecesaria. Plataformas autopropulsadas que desaparecen en fases alternas, presas elevadas para alcanzar y saltos que requieren una mayor precisión son solo algunas de las ideas lúdicas de un título de cuento de hadas y hechizante. La niña, además, en cada nivel entrará en posesión de unos talentos peculiares, que le permitirán saltar cada vez más alto o resistir las ráfagas de viento que, de vez en cuando, le impiden avanzar. No es difícil ver en este «desarrollo» del personaje una especie de camino de superación personal, gracias al cual la niña logra encontrar en sí misma la manera de superar las causas de su colapso psicológico. En las pocas horas que pasamos en compañía de Gris hemos experimentado talentos similares a medida que avanzábamos por un mundo impregnado de maravilla, ternura y esplendor. Es el escenario que cuenta la historia de la niña perdida: un reino que parece modelado con papel, en el que dominan templos ancestrales inmersos en frondosos bosques, donde la fantasía se mezcla con el onirismo.

Además, cuando nos acercamos a la conclusión de un cuadro, comienzan a aparecer en la pantalla los signos más explícitos de sufrimiento, encarnados en colosales estatuas de papel maché que representan a una mujer inclinada por el dolor, con las manos tapándose el rostro y ondas en su cuerpo, dispuesto a indicar un inexorable deterioro físico y emocional. La dirección artística de Gris, ya lo habrás adivinado, es simplemente sublime: refinado y llamativo, elegante y desgarrador, poético y violento. El protagonista gira con la sinuosidad de un bailarín, siguiendo un estilo pictórico de extraordinaria calidad, capaz de alternar en un solo flujo sugerencias de una matriz muy diferente, desde la estética de Oriente Medio hasta la hada y salvaje del bosque.

Mamá el mayor narrador de la historia de Gris es su sector sonoro: las pinturas se suceden acompañadas de las notas de la banda española berlinés, que -ya en los primeros compases del juego- da la idea de haber creado una obra maestra musical absoluta. Cuerdas, pianos y coros líricos dan voz a una viajera que ha perdido la suya, y la arrullan en su camino, en un triunfo melódico que exalta, hipnotiza, conmueve.